El Atlético de Madrid está ya eliminado del Mundial de Clubes. Tenía que golear al Botafogo, pero sólo marcó un gol. Fue Griezmann, en el minuto 86. Tarde, muy tarde. Ni jugando con cuatro delanteros casi toda la segunda mitad. La goleada encajada por los del Cholo Simeone ante el PSG en el debut les ha pasado una factura muy alta. El PSG, campeón de Europa, y el equipo brasileño, campeón de la Libertadores, son los que jugarán los octavos de final.
No sólo necesitaba ganar sino hacerlo por tres o más goles de diferencia para no depender del PSG. Pero lo primero que se vio en el partido fue un mal augurio. Un mano a mano que Oblak sacó con frialdad y reflejos ante Savarino.
Porque el Atlético empezó como si la cosa no fuera con él, con un ritmo cansino, ideal para que la presión del Botafogo surtiera efecto. Sin el menor riesgo para su zaga, los brasileños incluso combinaban con dinamismo y eficiencia. Por ahí llegó la citada acción que sacó el esloveno salvando a los suyos. O la de Artur que rebotó en Lenglet.
Fueron minutos, esos iniciales, de desasosiego, de mirar el plan y no entender ni papa. Y mientras miraban y repasaban, los rivales se crecían. Apenas un disparo flojito y centrado de Barrios es lo que ofreció en ataque el cuadro rojiblanco. Sirvió, al menos, de presentación ante John Victor. Luego llegaría la primera protesta de Julián Álvarez pidiendo penalti. Hubo contacto, pero el VAR consideró que tropezó solo y luego se encontró con la pierna del defensa. La evidencia es que el argentino no entraba en juego, tampoco Sorloth, de nuevo titular en detrimento de Griezmann. Ni el cambio de banda de Giuliano funcionaba.