En un duelo cargado de nervio y emoción hasta el último segundo, el Inter de Milán logró un sufrido triunfo por 2–1 ante el Urawa Red Diamonds japonés en el Lumen Field de Seattle, en partido correspondiente a la segunda jornada del Grupo E del Mundial de Clubes 2025. Un gol de Valentín Carboni en el minuto 94 desató la euforia nerazzurra y dejó al conjunto japonés con la frustración de haber acariciado un empate que parecía merecido.
Fue un partido incómodo para el campeón italiano, que nunca logró imponer su dominio con claridad y se vio sorprendido por la intensidad, el orden y la verticalidad del equipo nipón, muy bien plantado y dispuesto a discutir cada balón como si fuera el último.
Inicio equilibrado y presión asiática
El encuentro comenzó con cierta expectativa por ver el debut de varios suplentes del Inter en un contexto competitivo. Simone Inzaghi decidió rotar piezas clave tras el empate inicial ante Monterrey, lo que dio algo de aire a Urawa, que salió sin complejos, presionando alto y generando desequilibrio con la velocidad de sus extremos.
La primera ocasión clara fue para los japoneses: en el minuto 15, un disparo de Atsuki Ito desde la frontal obligó a Sommer a intervenir con una mano salvadora. El Inter respondió con una acción individual de Lautaro, que se topó con el arquero Nishikawa. La intensidad fue alta, pero el juego colectivo de los italianos no terminaba de fluir.
Segunda parte con emociones y gol agónico
El marcador se abrió al minuto 53 tras un saque de esquina que conectó de cabeza Stefan de Vrij, adelantando al Inter y dando algo de respiro. Pero Urawa no tardó en reaccionar. Solo ocho minutos después, en una jugada de presión tras pérdida, Yusuke Matsuo aprovechó un rechace en el área para empatar con un remate potente que dejó sin reacción al portero suizo.
El empate encendió las alarmas en el equipo italiano. Inzaghi movió el banquillo y dio entrada a Barella, Dimarco y Carboni en busca de frescura. El Inter apretó, pero Urawa se defendió con orden y mostró madurez para frenar los ataques, e incluso tuvo una ocasión clarísima al contragolpe en el 88’, cuando el balón rozó el poste.
Cuando el partido parecía cerrado y el empate parecía inevitable, apareció Valentín Carboni: el joven argentino, que había entrado con energía, recogió un balón suelto en el borde del área y definió con precisión al palo derecho. Gol en el 94’ y alivio para el Inter, que se abrazó como si hubiese ganado una final.
El Lumen Field, testigo de una batalla inesperada
El estadio de Seattle vivió una gran entrada, con cerca de 40.000 espectadores, y una atmósfera encendida en los minutos finales. La afición japonesa, ruidosa y entregada, despidió a sus jugadores con orgullo pese a la derrota.
“Sabíamos que Urawa no nos lo pondría fácil. Son intensos, muy rápidos y no se rinden. Pero esto es el Mundial de Clubes y cada punto cuenta”, declaró Inzaghi tras el pitido final. Por su parte, el técnico japonés Maciej Skorża lamentó el desenlace: “Jugamos con valentía. Doloroso perder así, pero este equipo ha demostrado carácter”.
Lo que viene
El Inter lidera momentáneamente su grupo con cuatro puntos, a la espera del cierre ante River Plate, que promete ser decisivo para definir el pase a octavos. Urawa, con dos derrotas ajustadas, ya no depende de sí mismo y se juega su último cartucho ante Monterrey.