Hooligan

Los olvidados del mercado

Por Redacción

La primera semana de julio ya ha pasado y, por lo tanto y como cada verano, el mercado de agentes libres de la NBA ha quedado exprimido, casi agotado a falta de flecos, jugadores que tienen que terminar de decidir entre varias opciones y por cuestiones que ya tienen que ver poco con el dinero. Al Horford, por ejemplo, es el caso más ilustre. Un jugador extraordinario que con 39 años y después de 18 en la NBA duda entre seguir jugando, cosa que le llevaría a los Warriors como opción más probable (parece…), y retirarse. Los grandes nombres ya se han movido… pero no han sido muchos, y ya no es un caso aislado, un verano extraño.

Esta primera semana era, normalmente, una sucesión de fuegos artificiales que mantenía en vilo a todo el mundillo NBA, y a su entorno y aficionados. Que creaba hitos de atención y exposición mediática que muchas superaban (sobre todo en redes sociales) a los de la propia competición. Pero esta semana los nombres más importantes que se han movido, con cambio de equipos como agentes libres, han sido Myles Turner y Nickeil Alexander-Walker. Excelentes jugadores y operaciones de primer nivel, sin duda. Pero de rango alto, nada más: Turner lleva diez años en la NBA y no ha sido nunca all star; NAW es un excelente 3&D (defensor con tiro), un tipo de especialista fundamental en la NBA actual pero que ni era titular (sí importante) en su anterior equipo, los Timberwolves, ni tiene garantizado serlo en el nuevo, Atlanta Hawks.

Cada vez más voces proclaman que el mercado veraniego, hasta hace dos telediarios un punto álgido del calendario, está herido de muerte. Ya no hay grandes estrellas que esperan a quedar libres para cambiar de equipo, ni por lo tanto franquicias que montan operaciones de primera magnitud para atraerlas y convencerlas. No hay leyendas metidas en aviones para ir a reuniones en mansiones de los Hamptons, ni una catarata de rumores que tenían a los aficionados pegados al móvil, actualizando sin parar sus redes sociales. No hay bombas de Wojnarowski (que por no estar, ni está ya en el negocio) y tampoco muchas de Charania, el insider de ESPN que predijo uno de los veranos más explosivos de la historia de la NBA. No ha sido mucho menos así, hasta ahora.

Al periodista Chris Haynes le dijo un alto ejecutivo de una franquicia que el mercado de agentes libres está “muerto”. David Falk, el que fuerasúper agente de Michael Jordan y uno de los ejes de poder del baloncesto profesional en los decisivos años 90, insiste siempre que puede en que el 70% de los contratos están dados y claros antes de firmarse por las propias normas del convenio y las reglas de un juego muy pautado y encorsetado; y que, por tanto, solo un 30% tienen ese factor de vértigo y falta de certezas que tanto atrae al público. Él, además, siempre ha sido (como agente de grandes estrellas) contrario a los techos salariales y las normas del cap, con todas sus burocráticas restricciones. Cree que los mejores acaban cobrando menos de lo que merecen y que otros que no son tan buenos se acercan demasiado a sus salarios porque esas tablas y límites establecidos llevan los niveles de gasto y el juego de la oferta y la demanda a situaciones en las que alguien tiene que acabar en ciertos roles/salarios; en las que los jugadores planifican sobre esa realidad en un mercado que, mientras se adentra en un nuevo modelo, cada vez deja menos margen para las clases media y baja.

Eso no es un gran problema porque, por ahora y sin visos de que haya cambios en el futuro, el dinero entra a espuertas: los nuevos contratos televisivos van a asegurar que continúe una edad de oro en el que el salario medio en la NBA supera los 13 millones de dólares. Así que hay críticas, pero no tantas como seguramente habría en otros contextos, para el nuevo convenio colectivo que acordaron todas las partes, también los representantes de los jugadores (NBPA). Este, con sus limitaciones económicas más duras y las nuevas normas y castigos también deportivos para los que gastan a base de bien (los ya muy temidos aprons), crean techos de inversión que en la práctica son duros, líneas que los equipos intentan no superar de ninguna manera.

Del espacio salarial a los traspasos

Hace tiempo que la planificación ha dejado de basarse en calcular cuánto espacio salarial hay que tener libre en verano para ir a por esta o aquella estrella, estos o aquellos especialistas (defensores, tiradores…). Ahora, el mercado se mueve a partir de renovaciones (cada vez más favorables para equipos y jugadores en un intento de beneficiar a quienes draftean y gestionan esos primeros años de las carreras) y traspasos. Y es un círculo vicioso: cuanto menos espacio salarial dejan libre los equipos, menos interés tienen los jugadores en ser agentes libres. Y cuanto menos aspiran estos a probar las aguas del mercado, menos se organizan también las franquicias para tener a mano ofertas tentadoras. Los buenos equipos exprimen su espacio salarial con renovaciones y buscan traspasos para mejorar sin necesidad de tener masa salarial libre. Los jugadores firman extensiones que les garantizan el futuro y piden el traspaso si la situación se pone fea. Una forma de ir al mercado de facto… pero sin el riesgo de hacerlo con el futuro económico sin garantizar para, al menos, el medio plazo.

Los equipos en peor situación deportiva, en reconstrucción, suelen ser los que más espacio salarial manejan. Pero lo invierten en absorber jugadores y jóvenes y malos contratos de otros a cambio de rondas de draft… y más jugadores jóvenesy, por lo tanto, con sueldos normalmente, y todavía, bajos. Apuestas de poco riesgo. Así que los agentes tampoco pueden lanzar órdagos, usar el espacio salarial de otros para generar movimiento y reacción en los equipos. La cosa ha llegado a un punto en el que los grandes movimientos se están haciendo, de forma mayoritaria y mediante traspasos, antes del cierre de febrero (en los últimos años: Doncic, Bridges, Anunoby, Irving, Davis, Butler, Fox, Siakam, Harden…), así que, cada vez más, los equipos usan el verano para ajustar sus piezas (sueldos, rondas de draft…) de cara a estar listos para ese baile de invierno, a ver quién aparece a tiro. Y cómo. Antes, el juego principal llegaba después de la temporada, al sol, y en febrero se hacían, salvo excepciones, ajustes menores.

Para este verano, una prueba de todo lo dicho, solo Brooklyn Nets partía con opciones más o menos reales de manejar entre 40 y 50 millones de espacio salarial; y se trata de un equipo en reconstrucción que sigue con su política de absorber contratos que otros no quieren e intentarlo con el talento que los demás o no pueden o no saber ver. Los Pistons, el siguiente en los últimos días de junio, andaba en unos 25 millones más o menos despejados. Unas cifras pírricas que hicieron que los bolsillos de los equipos, poco abultados, se vaciarán rápido en cuanto abrió el mercado, y que las principales partidas de ajedrez se librarán en los márgenes de los trade exceptions, las opciones de la midlevel exception y el saco habitual de los contratos mínimos. Un nuevo escenario que desde luego es problemático para los jugadores, que ven muy reducida la demanda para la mano de obra que ofrecen.

El duro hueso de los restringidos

Con un caso especialmente sangrante: los agentes libres restringidos. Siempre el juego más complejo del mercado, especialmente para los jugadores que no están en el rango de estrellas ni en el de meritorios. Que tienen techo alto, y pretensiones económicas amplificadas por esa proyección, pero que dependen de forma casi completa de sus equipos, lo que suele hacer que sus opciones se conviertan en desérticas mientras el resto, más vale pájaro en mano que ciento volando, invierte en jugadores quizá con menos posibilidades o talento… pero un panorama contractual despejado. El agente libre restringido es, básicamente, el jugador con al menos tres años de experiencia (después del cuarto, en los de primera ronda de draft cuyos equipos han hecho uso de las player option para sus temporadas tercera y cuarta) que sale al mercado, normalmente por primera vez. El equipo que lo ha drafteado o que tiene esos derechos vía traspaso puede evitar que sea agente libre sin restricciones ofreciéndole la qualifying offer, básicamente un contrato de un año que en los jugadores de primera ronda está ya establecido (la escala rookie) en, con el nuevo convenio, un 140% de su anterior salario anual para el que fue número 1 del draft y un 160% para el que fue pick 30. El resto de la primera ronda, los que están entre ambos, se mueven entre esos márgenes.

Desde esa condición de restringido, el jugador puede firmar un contrato con cualquier otro equipo (por un mínimo de dos años) pero el suyo tendrá dos días (con el anterior convenio eran tres y con el que duró hasta 2011, siete) para igualarlo y retener al jugador. Por lo tanto, el equipo nodriza puede jugar a la defensiva y esperar a ver qué hay en el mercado sin lanzarse a ofertas iniciales altas. De hecho, el simple paso de convertir a un jugador en restringido ya reduce notablemente su cotización: muchos pretendientes van a otras opciones para asegurar (más vale pájaro en mano…). Si hacen una oferta y esperan los dos días completas que puede tardar el de origen en aceptar, corren el riesgo de dejar escapar horas muy valiosas en el ajetreado mercado de los primeros días de julio. De quedarse finalmente sin nada porque el resto de opciones ha encontrado otros acomodos. Así que muchas veces no queda más remedio que aceptar, días después y con el mercado arrasado, una oferta a la baja, o como mínimo no a la alta, del propio equipo. O negociar una salida por la vía del sign and trade, un traspaso con extensión ya acordada en destino, que en todo caso vuelve a dar voz y voto al equipo.

Una última opción, muy poco usada, es aceptar y firmar esa qualifying offer y jugar una temporada así, con un contrato bajo y que acaba el verano siguiente. La ventaja práctica es llegar a ese siguiente mercado como agente libre sin restricciones. El peligro, que cualquier contratiempo (lesiones, cambio de rol, bajada de prestaciones) puede estropear las opciones de contrato futuras. Justo en lo que se trata, en todo caso, de la primera gran oportunidad de hacer caja para los jugadores, que prefieren aceptar finalmente el máximo posible que haya a mano… y ya se verá. En los últimos diez años, solo cinco jugadores han firmado la qualifying offer que les da, también, derecho de veto sobre cualquier posible traspaso durante esa temporada siguiente.

El movimiento en torno a estos jugadores acaba siendo mínimo, minúsculo en estos tiempos en los que el mercado se ha vuelto tan cerrado para todos. La agencia libre restringida es, sobre el papel y todavía más en la práctica, uno de los últimos vestigios de los tiempos en los que los equipos tenían el control absoluto sobre el tablero de juego y los jugadores apenas podían manejarse en un mercado totalmente encorsetado. Hasta este verano y desde 2020 (2020-24), 26 elecciones de primera ronda llegaron a esa condición de agentes libres restringidos, lo que implica que no firmaron una extensión de su contrato rookieLa media es, por lo tanto, de poco más de cinco por mercado. Ese dato se ha doblado ahora, en un verano de 2025 en el que, precisamente, la situación es especialmente complicada los jugadores.

Esto es lo que pasó con todos esos casos que hubo entre 2020 y 2024:

Agentes libres restringidos (2020-24)

VERANO DE 2020:
Malik Baisley: nuevo contrato con los Timberwolves (cuatro años, 40 millones)
Juancho Hernangómez: nuevo contrato con los Timberwolves (tres años, 21 millones)
Brandon Ingram: nuevo contrato con los Pelicans (cinco años, 158 millones)
Jakob Poeltl: nuevo contrato con los Spurs (tres años, 27 millones)
Dario Daric: nuevo contrato con los Suns (tres años, 27 millones)
Denzel Valentine: firmó la qualifying offer con los Bulls (un año, 4,6 millones)

VERANO DE 2021:
Lonzo Ball: firmó con los Bulls vía sign and trade con un contrato de cuatro años y 85 millones
Jon Collins: nuevo contrato con los Hawks (cinco años, 125 millones)
Josh Hart: nuevo contrato con los Pelicans (tres años, 38 millones)
Lauri markkanen: firmó con los Cavaliers vía sign and trade con un contrato de cuatro años y 67 millones

VERANO DE 2022:
Deandre Ayton: los Suns igualan la oferta por él (cuatro años, 133 millones)
Marvin Bagley II: nuevo contrato con los Pistons (tres años y 37 millones)
Miles Bridges: no firmó (suspendido durante la temporada por un caso de violencia doméstica)
Collin Sexto: firmó con los Jazz vía sign and trade con un contrato de cuatro años y 72 millones
Anfernee Simons: nuevo contrato con los Trail Blazers (cuatro años, 100 millones)

VERANO DE 2023:
Rui Hachimura: nuevo contrato con los Lakers (tres años, 51 millones)
Cameron Johnson: nuevo contrato con los Nets (cuatro años, 108 millones)
Matisse Thybulle: los Trail Blazers igualan la oferta por él (tres años, 33 millones)
PJ Washington: nuevo contrato con los Hornets (tres años, 48 millones)
Coby White: nuevo contrato con los Bulls (tres años, 40 millones)
Grant Williams: firma con los Mavericks vía sign and trade con un contrato de cuatro años y 54 millones

VERANO DE 2024
Tyrese Maxey: nuevo contrato con los Sixers (cinco años, 204 millones)
Isaac Okoro: nuevo contrato con los Cavaliers (tres años, 38 millones)
Immanuel Quickley: nuevo contrato con los Raptors (cinco años, 175 millones)
Obi Toppin: nuevo contrato con los Pacers (cuatro años, 60 millones)
Patrick Williams: nuevo contrato con los Bulls (cino años, 90 millones)

Es decir, solo tres jugadores firmaron un contrato máximo (uno de ellos porque su equipo tuve que igualar una oferta), diecisiete firmaron con su equipo por cantidades por debajo del máximo (también uno después de que se tuviera que igualar una oferta), solo uno regresó a su equipo con la qualyfing de una temporada (Denzel Valentine) y cuatro cambiaron de equipo a través de acuerdos de sign and trade (híbrido que evita que el jugador se vaya como agente libre sin dejar nada a cambio y que a veces ayuda a cuadrar encajes salariales); finalmente, Miles Bridges no firmó ningún contrato para esa temporada porque estaba suspendido por un grave caso de violencia doméstica.

Es decir, de 26 jugadores de primera ronda en la agencia libre restringida de los cinco años anteriores a este, solo cinco no firmaron con el equipo en el que estaban, solo tres recibieron contratos máximos y solo dos (Ayton y Thybulle) cerraron contratos con otros equipos que los suyos tuvieron que igualar. Y hay que contar con casos particulares: Ingram se estaba recuperando de un complicado problema de coágulos y Maxey ya había acordado su contrato máximo con los Sixers, pero esperó a que avanzara la agencia libre para dejar margen salarial a un equipo metido en una reestructuración (la del fichaje de Paul George y todo lo demás) que no acabó precisamente bien.

Hay otro dato interesante: de los 26, y sin contar las operaciones de sign and trade, doce fueron traspasado mientras cumplían ese nuevo contrato. Para este verano de 2025 se partía de los citados diez, un número altísimo, de jugadores de primera ronda de draft (de 2021) -un tercio de las treinta elecciones- en situación de restringidos: muchos, más en un mercado especialmente complejo. Por su puesto en el draft, los diez ya sabían la cantidad de la qualifying offer que iban a recibir:

Restringidos en 2025

Josh Giddey (pick 6, ahora en los Bulls): 11,1 millones
Jonathan Kuminga (pick 7, Warriors): 10,2 millones
Davion Mitchell (pick 9, ahora en los Heat): 7,9 millones
Ziaire Williams (pick 10, ahora en los Nets): 7,9 millones
Tre Mann (pick 18, ahora en lo Hornets): 6,9 millones
Isaiah Jackson (pick 22, Pacers): 6,4 millones
Quentin Grimes (pick 25, ahora los Sixers): 6,3 millones
Cam Thomas (pick 27, Nets): 5,9 millones
Day’Ron Sharpe (pick 29, Nets): 5,9 millones
Santi Aldama (pick 30, Grizzlies): 5,9 millones

De ellos, los más problemáticos son los que tienen techo más alto, opciones de acabar siendo estrellas y, por lo tanto, unas expectativas especialmente altas de cara a estos primeros grandes contratos. Los demás ya solucionaron su situación, en general sin grandes líos: Mitchell (24 millones por dos años con los Heat), Williams (12×2 con los Nets), Sharpe (12×2 con los Nets, también), Man (24×3 con los Hornets) y Aldama. El español no se moverá de Memphis Grizzlies después de firmar un contrato por tres temporadas y unos 52 millones de dólares.

Pero pasan los días y siguen sin equipo Josh Giddey, Jonathan Kuminga, Cam Thomas y Quentin Grimes. Jugadores de cierto rango en el mercado, por encima del de muchos que ya han encontrado acomodo. Ahí, en esa zona, es donde más daño hace la condición de agente libre restringido: otros equipos saben que si hacen una oferta esta será igualada, y al poco de abrir el mercado nadie tenía ya margen salarial ni siquiera para amenazar. Solo los Nets pueden irse, ahora mismo, por encima de los 14,1 millones de la midlevel exception del pagador de impuesto,una opción que empieza a ser la mejor para alguno de estos cuatro, que han encallado y van quedando en manos de los equipos en un panorama en el que se han visto sin armas para presionar de verdad.

El caso de Grimes es paradigmático: un jugador de 25 años y en plena explosión, con mimbres para ser como mínimo un 3&D (defensa y tiro exterior) de nivel en cualquier aspirante al título y techo de mucho más, como demostró en los Sixers cuando estos se quedaron en cuadro, abrazaron el tanking y Grimes se convirtió en el líder en pista de una rotación bajo mínimos. En 25 partidos con la franquicia de Philadelphia promedió 23 puntos, 5,3 rebotes y 4,6 asistencias con un 38,1% en triples. Su continuidad se convirtió en prioridad absoluta, y de hecho tiene que ver con la salida de Guerschon Yabusele, pero los Sixers no han tenido que rascarse el bolsillo todavía mientras Alexander-Walker, un jugador de perfil similar pero agente libre sin restricciones, se llevó en un visto y no visto 62 millones por cuatro años de los Hawks.

Los Nets conservan por ahora, el único equipo ya en esa disposición, un margen salarial de 16 millones. Podrían llegar a 24 ajustando y talando contratos menores y no garantizados. Pero no han mostrado interés por un jugador en el arco de carrera en el que está Grimes, que seguramente empezará a ver con buenos ojos los 60 millones por cuatro años que, aproximadamente, le puede dar la midlevel del no pagador de impuesto que los Sixers tienen a su disposición. Pero en Philadelphia, ahora mismo, no tienen ni que poner ese dinero encima de la mesa. En Brooklyn saben que si ellos sí lo hicieran, su oferta sería igualada. Así que Grimes se ha quedado congelado, a la espera. Podría coger la qualifying offer, en su caso 6,3 millones, ser libre en un año y firmar entonces, si todo va bien, un gran contrato a largo plazo. Pero ¿y si no va bien? Ya ha vivido en sus carnes la inestabilidad del negocio NBA: brilló en los Knicks pero ha pasado después, en un santiamén, por Pistons, Mavericks y Sixers. Nunca sabes dónde acabarás… y cuál será tu rol. Unas veces ideal, otros perjudicial para tu valor de mercado…

En los Nets tampoco tienen prisa con Cam Thomas, un anotador voraz con fama de jugador unidimensionaluno de esos con talento pero de los que desconfían los equipos cuando tienen que armar un bloque ganador de verdad. En todo caso, un escolta de solo 23 años que la pasada temporada promedió 24 puntos por partido… aunque solo jugó 25 por culpa de las lesiones. Ahora, como agente libre restringido, también tiene que seguir esperando. Como Josh Giddey, el base australiano de solo 22 años que salió de los Thunder porque sus problemas en el tiro lo señalaron como un problema en los playoffs de 2024… y porque fue el precio que en OKC pagaron a los Bulls, encantados, para llevarse a Alex Caruso.

Giddey, con mando en plaza, se divirtió y jugó bien en los Bulls. Fuera del primer nivel competitivo y con el balón en sus manos, sus problemas en el tiro se notaron menos y sus obvias virtudes (como generador de juego, conector en transición, base reboteador…) produjeron una muy buena temporada, especialmente después del All Star Weekend (de ahí al final de curso 21,2 puntos, 10,7 rebotes y 9,3 asistencias). Los Bulls quieren seguir contando con él, pero no en el rango de los 30 millones por temporada que pide. Fue número 6 del draft de 2021, y desde los Bulls han filtrado que quiere lo mismo, por salario anual, que se llevó en su extensión con Orlando Magic el pick 5, Jalen Suggs (150,5 millones por cinco años). Los Bulls no quieren darle tanto dinero… y no ven ninguna amenaza en el mercado que les obligue a responder, por ahora. Así que se han sentado a esperar, a ver cuánto tarda Giddey en rebajar sus pretensiones.

Pero el caso más complicado es el de Kuminga (22 años), el alero que es puro potencial físico pero que no ha conseguido estabilidad ni un rol claro en la rotación de unos Warriors en los que su extraña situación, y sus desencuentros con Steve Kerr, se han convertido en una cantinela recurrente durante las dos últimas temporadas. Kuminga, decepcionante más veces que lo contrario, cree que puede ser un jugador de primerísimo nivel, y que necesita esta en un equipo que se adapte más a sus virtudes y en el que pueda tener protagonismo. Los Warriors aceptarían su regreso, pero no en un rango que, como Giddey, el jugador ha puesto en torno a los 30 millones al año. La otra opción,que sigue pareciendo la más plausible, es un sign and trade, aunque en la Bahía piden por él una primera ronda de draft y un jugador joven con potencial. Ha habido muchos interesados (Bulls, Heat, Bucks, Nets, Wizards…) pero solo una oferta conocida y en firme: los Kings ofrecieron dos segundas rondas de draft, a Devin Carter y a Dario Saric.

Demasiado poco para el criterio de unos Warriors que mantienen un baile tóxico con un jugador cada vez más incómodo, que ya no disimula sus ganas de cambiar de aires reiniciar su camino NBA en otra parte. Pero está, sigue, atado por su condición de agente libre restringido. Le toca esperar… y ver qué aceptan y qué no los Warriors porque nadie puso una gran oferta sobre la mesa para provocar una salida más rápida y seguramente más neutra, sin malos rollos. La crudísima realidad de la agencia libre restringida, y más en estos tiempos en los que el mercado veraniego es una sombra de lo que fue. Un peligro, como mínimo un buen dolor de muelas para muchos de los jugadores que se ven abocados a ella.