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Turquía «roba» medallistas jamaicanos para Los Ángeles 2028

Por Redacción

En una jugada que ha sacudido los cimientos del atletismo internacional, Turquía ha confirmado la incorporación de cuatro atletas jamaicanos de talla mundial —incluyendo medallistas olímpicos— a su delegación con vistas a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028. Esta estrategia, que combina poder económico y ambición deportiva, ha generado una intensa ola de reacciones entre federaciones, atletas y aficionados, tanto por sus implicaciones éticas como por el impacto que puede tener en la competencia olímpica.

Una apuesta por la élite mundial del sprint

Los nombres aún no han sido divulgados oficialmente por la federación turca, pero medios especializados aseguran que entre los nuevos fichajes figuran corredores con podios en los 100 y 200 metros lisos, así como integrantes de relevos jamaicanos que alcanzaron finales olímpicas. Se trata de una apuesta directa por el oro en pruebas de velocidad, tradicionalmente dominadas por Estados Unidos, Jamaica y, en menor medida, países africanos como Nigeria.

Turquía lleva años trabajando en la internacionalización de su atletismo, pero este movimiento supone un salto cualitativo. El país ha invertido fuertemente en instalaciones de primer nivel, programas de becas y cuerpos técnicos procedentes de potencias como Estados Unidos y Reino Unido. Sin embargo, nunca antes había incorporado a atletas consagrados de este calibre.

Una práctica legal, pero polémica

El Comité Olímpico Internacional permite el cambio de nacionalidad deportiva bajo ciertas condiciones: el atleta debe obtener la ciudadanía del nuevo país, no haber competido internacionalmente en los últimos tres años con su selección original (salvo acuerdo entre comités olímpicos) y contar con la aprobación de las federaciones implicadas.

No obstante, muchos críticos consideran que este tipo de prácticas desvirtúan el espíritu olímpico. En palabras de varios exatletas y dirigentes, se trata de una “compra de talento” que prioriza el resultado sobre el desarrollo deportivo nacional. En el caso de Turquía, los cuestionamientos se agudizan por la rapidez del proceso de nacionalización y la falta de transparencia en los criterios de selección.

Jamaica, entre el orgullo y la pérdida

Desde Kingston, la noticia ha sido recibida con una mezcla de incredulidad y pesar. Jamaica, que desde los tiempos de Usain Bolt ha sido la meca del sprint mundial, enfrenta una disyuntiva: por un lado, cuenta con una cantera inagotable de talento juvenil; por otro, la fuga de atletas de primer nivel amenaza con debilitar sus opciones en futuras competencias.

Algunos expertos apuntan a la falta de recursos económicos y oportunidades de patrocinio como una de las causas detrás de esta migración. Los atletas, aseguran, buscan estabilidad financiera y estructuras que les permitan extender sus carreras más allá de los Juegos. Turquía, con su respaldo estatal y su creciente proyección deportiva, se presenta como una opción tentadora.

¿Un nuevo orden olímpico?

El movimiento de Turquía no es un caso aislado. En los últimos años, otros países como Qatar, Bahréin o Azerbaiyán han utilizado estrategias similares para reforzar sus equipos en disciplinas como atletismo, halterofilia o lucha. La novedad en esta ocasión es que los atletas provienen de una potencia consolidada como Jamaica, lo que cambia por completo el tablero de juego.

De cara a Los Ángeles 2028, esta decisión podría tener consecuencias significativas en la tabla de medallas. Si los nuevos atletas rinden al nivel esperado, Turquía podría acceder por primera vez en su historia al podio en pruebas reinas del atletismo olímpico. Al mismo tiempo, se reabre el debate sobre la identidad deportiva y los límites éticos del nacionalismo competitivo.

Una historia aún en desarrollo

Mientras los entrenadores ajustan calendarios y los atletas se preparan para su debut con bandera turca, el mundo del deporte observa con atención. ¿Estamos ante el inicio de una nueva era en la que el talento se “ficha” como en el fútbol profesional? ¿O el olimpismo sabrá corregir el rumbo para preservar sus valores originales?

Lo cierto es que Turquía ha movido ficha, y la jugada no ha pasado desapercibida. Los próximos años dirán si esta apuesta fue un éxito deportivo o una herida profunda en la credibilidad del atletismo internacional. Por ahora, lo único seguro es que en Los Ángeles 2028, las calles del sprint tendrán nuevos protagonistas y viejas banderas.